jueves, 27 de mayo de 2010

Petróleo caro y peligroso

La exploración y extracción en aguas profundas y ultra profundas es una de las nuevas fronteras que la industria del petróleo se ha visto obligada a traspasar a causa del agotamiento de los yacimientos terrestres. Si pudiésemos extraer petróleo en tierra firme, perforando a dos kilómetros de profundidad, ¿por qué perforar en el mar, bajo una lámina de agua de un kilómetro y medio y diez kilómetros bajo las rocas?

Globalmente el petróleo marino supuso un 6% de la producción en 2007. Los yacimientos marinos constituyen una oportunidad para la industria, especialmente en zonas como Brasil, Angola, Nigeria y los EE.UU., que suponen un 70% de todas las reservas marinas de petróleo del mundo (entre 160 y 300.000 millones de barriles de petróleo, o diez años de consumo mundial al ritmo actual). Una oportunidad no exenta de riesgos.
La exploración y extracción en las llamadas aguas ultra profundas (más de 1.500 metros de profundidad) esta sujeta al desafío de las altas temperaturas y presiones, al comportamiento casi plástico de estratos salinos de más de tres kilómetros de profundidad, a la presencia de gas natural a gran presión, y a la utilización de complejos mecanismos robotizados construidos a medida. Si la extracción de petróleo ya es en sí una proeza técnica, la profundidad y el medio marino hacen las cosas aún más complicadas, como demuestra el accidente sufrido por la plataforma petrolífera alquilada por British Petroleum.
El 20 de abril de 2010 una explosión en la Deepwater Horizon, El accidente se produjo cuando estaban construyendo, a más de un kilómetro y medio de profundidad, una estructura de cemento que es la que conecta los tubos de perforación con las conducciones que llevan el petróleo hasta la superficie y que es donde se separa el petróleo del gas natural, del agua marina y de la arena.
Se estima que cada día se vierten 5.000 barriles de petróleo al mar de la fuga provocada por el accidente.

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